Carlos:
Para nosotros, historia solía ser una materia más entre todas, una hora llena de nombres y fechas que no nos interesaban en lo absoluto. Pero cuando te conocimos, pasó a ser la hora más esperada de la semana. Tu forma de dar clase nos impactó un poco al principio, pensamos lo típico: “qué profesor copado, seguro es así durante los primeros días y después se ortiva”. Pero las horas, las semanas y los meses fueron pasando, y nosotros mismos nos sorprendimos de disfrutar tanto una clase, de comprometernos tanto con el estudio de una materia, de querer tanto a un profesor.
No vamos a olvidar nunca el primer día de clases del 2010, (para los que te tuvimos en 3ro) cuando entraste y dictaste el programa “para gente normal, los monguis no escriben”, nos comentaste que nos ibas a hablar como nos hablábamos entre nosotros, y dijiste que no dabas tarea, no tomabas orales, no revisabas carpetas, y principalmente, no admitías bostezos en clase, y que si alguno se atrevía, le iba a costar bastantes flexiones. Nos repetiste varias veces que debíamos hacernos cargo de lo que queríamos y luchar por eso, tomar valor, enfrentar nuestros problemas y nunca arrastrarnos al poder por miedo, no dejar nos engañar. Si con eso ya te admirábamos, ni hablar de todo lo que sentíamos cuando, clase a clase, nos dábamos cuenta de que estábamos aprendiendo realmente la materia.
Sabemos perfectamente que sos único, y siempre te vamos a recordar con muchísimo cariño como te lo merecés, porque más allá de enseñarnos a ver la historia desde otro punto de vista, nos demostraste cómo realmente se transmite una pasión. Cada hora de clase va a quedar con nosotros, cada pareja que formaste, cada casamiento, cada crimen contra las diversas viejas de sala de profesores (y ni hablar de la enana maldita), cada asesinato en clase (en especial las desgarrotadas), ¡cada chisme de la Canosa! las galletas marineras, el sacrificio azteca, cada sensación de comodidad y confianza que hubo dentro del aula, cada gesto y cada palabra… es más, creenos que nunca vamos a olvidar de que, si viviéramos en otros tiempos… las mujeres ya estaríamos todas con hijos y por supuesto, casadas con un viejo que habríamos conocido el día del casamiento y con el que nunca nos hubiésemos llevado bien... y sino, ¡al convento por solterona!.
Nos dejaste algo muy importante, un legado permanente: la figura de un perfecto educador que se ganó el respeto del curso entero en cuestión de minutos.
Esperamos que hayas disfrutado el tiempo que compartimos tanto como nosotros lo hicimos, y que te vaya de maravilla tanto en el EMPAS como a cualquier lugar al que la vida te lleve. Las palabras no nos alcanzan para describir lo que nos duele que te vayas, ni tampoco para agradecerte por todo lo que nos enseñaste. Queremos hacerte saber, que contás con nuestro apoyo para lo que sea y que vamos a estar siempre presentes, gritando el orgullo que sentimos de haber sido alumnos del gran Carlos Bulcourf.
Con el cariño de siempre,
4to Economía 2011
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Los adoro chicos, muchas gracias por el año que me van a hacer vivir. |
